domingo, abril 03, 2016

Dos semanas en Italia. III. Rávena y Venecia


Día 29 de septiembre
Nos levantamos temprano pues hoy toca viaje largo. Después de recoger el equipaje, nos despedimos de Antonella y dijimos adiós a la casa de vía Brancolano en Impruneta. Atravesamos Italia hasta la costa adriática por la autopista, hasta llegar a Rávena, a unos 180 kms. de distancia de Florencia.
Aparcamos muy cerca del Duomo y por allí empezamos la visita de la ciudad, en la que ya habíamos estado en nuestra primera vista a Italia hace muchos años, más de los deseables. Lo primero que llamó nuestra atención fue su campanario cilíndrico de ladrillo, una estructura constante que se repite en las iglesias de la ciudad.




Nota. Las fotografías correspondientes a esta entrada puedes verlas en mi web de fotografía.

El Duomo, salvo su grandiosidad barroca  y alguna pieza como el ambón del obispo Agnello ( una joya en marmol ), no tiene mucho aliciente pero en su parte trasera se encuentra el museo  del Arzobispado donde se puede adquirir el bono para visitar todos los monumentos importantes de la ciudad por algo menos de diez euros. Su contenido no es muy amplio, pero sí importante y de una gran belleza, destacando la cátedra del arzobispo Maximiano, una filigrana en marfil y los mosaicos de la iglesia de San Andreas. Contiguo se encuentra el baptisterio neoniano, de estructura octogonal y exterior de ladrillo, encerrando en su interior unos mosaicos maravillosos, otra constante de los monumentos de la ciudad.
Seguimos hasta la basílica de san Apolinar el Nuevo, contigua al palacio de Adriano, más de lo mismo. Callejeamos por el centro, en busca de la tumba de Dante ( que también tiene otra tumba en la santa Croce de Florencia ¿ cual es la verdadera ? ). Hicimos una parada en una pastelería ( las hay magníficas ) y entramos en el pequeño baptisterio arriano, no incluido en el circuito, pero también, como todo lo anterior, con unos hermosísimos mosaicos en su interior. La parte antigua de Rávena es muy tranquila, aunque hay que andar con mucho cuidado porque hay ciclistas por todas partes y salen de donde menos se piensa.
Llegamos a la basílica de san Vitale, una auténtica maravilla del arte bizantino, una mole inmensa de ladrillo con un interior teatral y espectacular que alberga los mosaicos del emperador Justiniano y Teodorica, pero sobre todo me maravilló los volúmenes, las formas. Tras la basílica está la joya del mausoleo de Gala Plácida. Contiguo se encuentra el museo de la ciudad ( entrada conjunta con el mausoleo de Teodorico ), que merece una visita detallada.
Nos paramos a comer en la plaza del Popolo, en " Due dame ". Buena comida y un rico vino blanco siciliano.
Después tocó coger el coche en busca del mausoleo de Teodorico, en el barrio de la estación. Se alza en medio de una explanada de césped, con sus lineas sencillas y puras, el único monumento con sus paredes desnudas y libres de mosaicos. De allí fuimos en busca de la basílica de san Apolinar in clase, ya en las afueras de la ciudad, en la carretera de Rímini. Caía ya el sol y en el interior había una luz especial que, junto a la ausencia de gente, nos permitió disfrutar de sus mosaicos en un ambiente tranquilo.
Seguimos viaje hacia Ferrara, donde teníamos proyectado el siguiente centro de operaciones, en " Il giardino de Rebecca ", en vía Argentone 339. Situado en las afueras de la ciudad, en medio del campo, en una zona muy tranquila y teniendo como vecinos a los inquilinos del penal. Nos recibieron con mucha amabilidad, pero el sitio tenía un aire raro, entre spa y refugio de parejas....el apartamento decorado en rosa y plata, pero cómodo. En la planta baja está el comedor con la mesa repleta de pasteles y la nevera con fruta o embutido, la cafetera a punto y sin control alguno.
Nos acercamos a la parte antigua de Ferrara para una toma de contacto e hicimos la primera cena. Un embutido delicioso, un pescado excelente y muy buenos vinos. Y para la cama, que mañana seguimos ruta.

Día 30 de septiembre
Salimos temprano hacia Venecia, una hora escasa de autopista. Dejamos el coche en un aparcamiento inmenso en Tronchetto ( 21 euros al día ), con una salida laberíntica y unos aseos tan solo a la salida del mismo....y pagando. Solución: arrimarse a un rincón y aliviarse. Allí mismo tomamos un bono para el vaporetto ( 30 euros los dos días ) hasta la plaza de san Marcos. Callejeamos un poco, tomamos un capucchino en un rincón encantador y volvimos al barco para hacer un recorrido por el Gran Canal. Nos bajamos a la altura del mercado cerca de Rialto para comer. Timo turístico: menú del día a 15 euros por persona.....pero con vino, café y postre nos subió la broma a unos cien euros....y todo, salvo el vino, bastante malo. No aprenderemos. Dedicamos el resto del día a recorrer calles y parar en rincones. Hay un montón de iglesias, muchas de ellas sin culto y delicadas al negocio musical. Las tiendas de lujo y las góndolas están ocupadas en su mayoría por orientales y árabes. También nos encontramos con varias parejas de chinos o japoneses ( a ver si eran coreanos...) haciendo reportajes de boda en Venecia.
Otra curiosidad: no hemos encontrado ni una solo oficina de turismo en funcionamiento, ni aquí en Venecia, ni en todos los lugares donde hemos estado previamente.
Vuelta al aparcamiento y retorno a casa, en medio de un tráfico caótico. Horror en la autopista. Cenamos tranquilos en casa.

Dia 1 de octubre
Como ayer, salimos temprano en dirección a Venecia. Aparcamos en el mismo sitio y tomamos el vaporetto hacia san Marcos, pero nos paramos en la margen derecha. La zona de Giudecca es tan bella como el resto de la ciudad, pero tiene el aliciente de que es mucho menos turística. La judería es un grupo de islas frente a san Marcos y en ella hay rincones auténticos y llenos de encanto. La impresionante iglesia del Redentor, obra de Paladio tiene una fachada clásica de mármol. En su interior sonaba el órgano y allí, sentados en un banco, pasamos un rato muy agradable. Pasamos por delante de la iglesia delle Zitelle ( de las solteras ), pero está cerrada. Cruzamos a la isla de san Giorgio para visitar la basílica. Siempre me ha encantado la vista de este monasterio desde la plaza de san Marcos, con el conjunto de volúmenes de mármol y ladrillo. Para mi es el templo más bello de la ciudad. En su interior, aparte de su contenido habitual, unas inmensas figuras de Jaume Pensa en una exposición temporal. Es de los contados sitios de Venecia que no cuesta un euro a los turistas.
Cruzamos la laguna para visitar el palacio de los Dux. Salones magníficos, la escalera de los titanes o la escalera dorada, las mazmorras, el puente de los suspiros....
Escarmentados con la comida de ayer, nos compramos comida en un super y nos fuimos a tomar unos bocatas en la plaza de santa María de la Salud. Cafelito al sol y volvimos al Duomo, para hacer la visita. Los caballo, la pala de oro, los mosaicos ( para cuando habrá luz en el templo que permita disfrutar de ellos...o su encanto será no verlos bien ? ). Seguimos hasta la Galería de la Academia, para visitar la escuela de pintura veneciana. Su contenido me supo a poco..... o esperaba mucho: Dimos un paseo al atardecer por el gran canal hasta el puente de Rialto y tomamos el vaporetto hasta el puente de Calatrava. Viendo la ciudad al final del día nos dimos cuenta de los marranos que somos los turistas.Y vuelta a casa.
Cenamos en Ferrara, en " El león de oro ", enfrente a la catedral. Otra de las comidas para recordar.  Con un" merlot " tinto muy bueno de Lugo ( pero no de Galicía sino de esta zona ), una sopa de cebolla servida en hogaza de pan ( como las polacas ), una pasta sublime y un helado a base de un postre local, el pampanato. Y 70 euros los tres. Una vez más nos dimos cuenta de la diferencia abismal de precios entre los sitios de turisteo y los normales. A la cama.



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