sábado, enero 30, 2016

De Nuremberg a Nnuremberg pasando por Bayreuth

Digamos que este viaje se gestó hace muchos años en Bilbao cuando, en alguno de los entreactos de las funciones de ópera,  nuestro amigo Carlos nos contó que había un lugar en la tierra que podía considerarse la meca de los wagnerianos pero al que era muy dificultoso asistir, pero que colmaba de dicha y felicidad a los que tenían la suerte de ir. Nos habló que había que inscribirse en una asociación  y que, año tras año, había que renovar la solicitud para que, si había suerte y los dioses nos amparaban, tendríamos la opción de disfrutar de alguna función de ópera. Dejamos el asunto en el cajón de lo deseable y no realizable hasta que Alvaro, un muy buen amigo de Valencia, nos volvió a meter el gusanillo en el cuerpo explicando que todo era factible. Solo había que hacerse socio de la Sociedad de amigos de Wagner o algo así y que previo pago de jugosas cuotas anuales, el objetivo estaría en nuestras manos. Así fue. Nos inscribimos, pagamos las cuotas un par de años y en este fuimos agraciados con entradas para asistir al " Anillo " tal como era nuestro sueño. Aunque sí he de ser sincero, el que verdaderamente lo deseaba con todas sus fuerzas era Alfonso porque a mi Wagner me emocionaba y me dormía a partes iguales. Tras este preámbulo explicativo, voy a describir un poco en que consistió este viaje.



19 de Agosto
Pasamos la noche en casa de Alvaro, en Valencia, puesto que el viaje lo íbamos a hacer los tres, lo que nos dio una gran tranquilidad, pues él era veterano en estas lides por haber asistido en otras ocasiones al Festival. Además, habla inglés, algo muy importante para negados con los idiomas como somos nosotros.
Volamos con Air Berlín de Valencia a Nuremberg, con escala en Zurich y, como siempre que el viaje es fraccionado, el avión salió con media hora de retraso y el aterrizaje en Zurich  fue muy tormentoso, el avión no paraba de dar vueltas y mas vueltas sin bajar. El reloj pasaba y se iba acumulando el retraso. Una hora. Y el otro vuelo estaba programado para media hora despues. Pero todo salió bien y vimos como también subían nuestras maletas en el avión, un aparato de hélices con más años que la tos.. Aquello sonaba como una carraca pero en media hora aterrizamos en Nuremberg.
Delante de la salida del aeropuerto está el metro. Tomamos la linea 2 hasta la estación central, tras la cual se encontraba nuestro hotel " Ring hotel lorw´s ", un edificio laberíntico formado por la unión de cuatro casas de ahí que la llegada de recepción a la habitación era toda una proeza pues, a pesar de los múltiples letreros, lo normal era perderse por los pasillos, subiendo escaleras que no llevaban a ninguna parte para, una vez arriba, volver a bajarlas al momento. Dejamos todo en el hotel y salimos a dar un paseo por la ciudad que es de una gran belleza pero que ha sido prácticamente reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial. Callejeamos por el centro hasta subir al castillo y allí cenamos, atendidos por un camarero patibulario que parecía el cochero del conde Drácula. pero la cena fue rica y, gran sorpresa, la cerveza sin alcohol alemana es maravillosa.

20 de Agosto
Dedicamos el día a conocer Nuremberg, una ciudad muy bella y plenamente turística. El casco antiguo está encerrado en unas murallas perfectamente restauradas. La primera parada fue en la estación central para conocer los horarios de los trenes a Bayreuth. En el vestíbulo, una gran cola de personas de aspecto no muy boyante, esperaban su turno ante una gran rueda que hacía girar para conseguir el premio, apenas unos euros. Cuando uno de ellos consiguió 20 euros, rugieron todos de entusiasmo. Vaya, aquí también hay necesitados. Recorrimos el centro de la ciudad visitando las iglesias de san Lorenzo o de san Sebaldo. En la plaza mayor destaca la fachada de Santa María con un hermoso reloj articulado en el que todos los mediodías los heraldos mecánicos hacen sonar sus clarines mientras los nobles giran ante el emperador, rindiendo pleitesía. La Fuente Hermosa estaba totalmente tapada en fase de restauración. Subimos de nuevo hasta el castillo frente al cual está la casa de Durero, sin entrar en ninguno de los dos sitios pues atufaba a turisteo. En la entrada del castillo vimos una escena curiosa que más parecía propia de tierras meridionales: un obrero metido en la zanja trabajando, mientras el resto estaban fuera charlando o tomando café. Dimos un hermoso pasillo por los fosos del castillo, un hermoso parque lleno de verdor y a la altura de san Juan descargó un aguacero, con tan buena fortuna que pudimos refugiarnos en un café y vimos caer la lluvia tan ricamente. Durante el recorrido vimos muchos mendigos y gente revolviendo en los cubos de la basura. ¿ Milagro alemán ?. Cruzamos los antiguos puentes del río Pegnitz. Iglesia de Santiago en una plaza muy bella y cenamos en Nordsee, una franquicia de pescado, que fue todo un acierto. No visitamos el museo Pan-germánico que quedará para otro viaje junto a la Fuente Hermosa. Y al hotel.

21 de Agosto
En la plaza Mandela, a las traseras de la estación de trenes y a veinte metros de nuestro hotel estaba la salida para Bayreuth. Sin programar la elección del hotel, nos había salido redondo. Nos encontramos un matrimonio asturiano, veteranos de estos viajes, que iban al mismo destino. Subimos a un autobús que nos llevó hasta Pegnitz y allí, tras una breve espera, el tren en dirección a Beyreuth. Una hora y media y 10,80 euros.
El gran acierto del viaje fue la elección del Hotel Arvena. Bien situado con relación a la ciudad y al teatro del Festival, es muy cómodo y el personal es de una amabilidad exquisita. Después de alojarnos nos acercamos hasta el centro de la ciudad y callejeamos un poco. Comimos en la calle principal, en ¨Oskar ", buena comida y buen servicio.  
A las tres nos fuimos hasta caminando hasta el teatro del Festival. Hoy nos toca la primera función del Anillo: " El oro del Rhin "Situado en medio de un parque frondoso y en lo alto de una colina, desde lejos parece un enorme hangar. Cuando llegamos ya había mucha gente esperando. Personas de lo más variopintas, desde lo más sofisticadas hasta gente vestida de calle como nosotros ( los menos ), muchas de ellas con cojines bajo el brazo como cuando se va a los toros. 
Para celebrar que hemos conseguido estar aquí, nos tomamos una copa de champan y allí nos clavan un buen rejón. 36 euros las tres copas, pero la ocasión merece la pena.  A las cuatro menos cuarto salió la fanfarria al balcón principal para hacer sonar el primer aviso. Nos dirigimos a la sala. Aquí todo es distinto de un teatro convencional. No hay vestíbulo como tal, sino que es el paso a la sala sin más. Se accede por cinco gradas laterales a cada lado con escalones de madera sin devastar. Las filas son corridas de un lado a otro de la sala sin pasillo intermedio y la sala apenas si tiene el más mínimo elemento decorativo, salvo los globos de luz. Al frente el escenario con el foso delante, pero oculto de tal modo que no se puede ver a la orquesta. Se va llenando la sala y se eleva un zumbido creciente. La gente está apiñada y ya no se ven las galas de la calle. Los asientos son duros y sin brazos, lo que explica los cojines que hemos visto a la gente. Se apaga la luz y se callan las voces. 
De pronto suena la música. Parece salir de la nada y su fuerza es tan grande que no sé como describirla, pero es como si llegasen oleadas de sonidos que envuelven todo. Se abre el telón y una nueva sorpresa más. El decorado y los personajes están lejos de la idea que tenemos entre castillos y lanzas. Un motel de carretera en la ruta 66 de USA que va girando para que podamos ver los distintos ámbitos en los que   los dioses se mueven . Estos son putas y macarras y sino no fuese por la fuerza y la belleza de la música unos creería estar viendo a rockeros decrépitos.  Luces de neón, tabaco y cervezas Se pasa el tiempo sin sentir y nos echan a la calle, bajo le emoción de lo que hemos visto. Nunca había oído sonar a una orquesta con tanta fuerza y tanta belleza.
Bajamos la colina y nos acercamos hasta el centro comentando la función para cenar en el mismo sitio de la mañana. la cena buena, pero había cambiado el personal y nos atendió una nefasta camarera. Y vuelta al hotel. 
  
22 de Agosto
Después de un rápido desayuno salimos a conocer Bayreuth, una pequeña ciudad que conserva su parte antigua de estilo barroco con palacetes, jardines y calles tranquilas. El teatro de la ópera del Margrave, una joya rococó según hemos visto en las guías, está cerrado por restauración, Seguimos el paseo a lo largo del río Meno entre arboledas hasta volver al hotel. 
Nos tomamos el almuerzo con mucha calma para hacer tiempo. La gran ventaja de este hotel es que, aunque en principio podría parecer caro, no es así. Tenemos abierto el comedor desde las siete de la mañana a mediodía y todo incluido en el precio de la habitación, unos cien euros diarios por persona, pero incluyendo desayuno y comida. Nos vestimos para asistir al teatro y en el vestíbulo nos tomamos una copa de cava también incluido en la reserva.
Subimos paseando hasta el teatro, unos 15 minutos a paso cómodo. Se repite el mismo protocolo. La espera en los jardines, esta vez sin copa de champan, observando la fauna variopinta que pulula para ser vista. Hay una pareja mayor muy elegante que evoluciona sonriendo a diestro y siniestro, pidiendo con su actitud que se le hagan fotos y se les rinda pleitesía. Ella lleva traje largo, con pamela y sombrilla a juego, muy maquillada y seguro que fajada a tope para que no se note el paso del tiempo. El con esmoquin blanco y complementos del mismo color que el conjunto de ella, su pelo plateado y un aire de galán de cine mudo. Suenan los clarines de rigor y entramos a la sala.
Hoy corresponde " La Walkiria ". Como es de suponer ni lanzas, ni corazas. La opera se desarrolla en una isba rusa y en un campo petrolífero soviético, emblemas comunistas por doquier para que nos situemos. La escenografía es impresionante, yo que siempre maldecía porque nunca vemos una opera wagneriana como Dios manda con sus espadas y sus lorigas, asisto embelesado a la función. La voz de los cantantes llega de frente, como un mazazo mientras la música te envuelve. Por primera vez he disfrutado con Wagner. No importa el asiento duro ni las cinco horas que estamos sentado.
Claro que tenemos unos intermedios largos para descansar de tanta belleza. Conocimos a un personaje singular, un hombre fantástico que toda su vida la centra en recorrer los diversos teatros de ópera europea y que transmite tal alegría y tal vitalidad que es envidiable. Nos encontramos a los asturianos del primer día, bufando como fieras porque esto ni es Wagner ni cojones, tanto comunismo y tanta leche.
Sigue la función y el director de escena sigue tocando los cojones al público. Un personaje, cámara en mano, retransmite en una pantalla la muerte de Siegmund, pero la música puede con todo. Salimos emocionados y cenamos, muy bien, en el hotel. Estos alemanes, entre otras cosas, saben hacer unas sopas de muerte. 

23 de Agosto
La mañana de hoy ha sido tranquila. Subimos hasta el teatro paseando lentamente para disfrutar de la hermosa zona verde en que está enclavado. Vuelta al hotel para el almuerzo y a las tres volvimos de nuevo al teatro. La función de hoy la esperamos con especial impaciencia pues se trata de " Tristán e Isolda ", función para la que nos regaló las entradas nuestro amigo Alvaro. Una sorpresa maravillosa, en principio pues la dirección era de Thielemann.
Pero lo malo de esto es que siempre tenemos en la memoria la maravillosa función que vimos en Berlin con Baremboim y la Waltraud  Meier..... y no tenía nada que ver. El montaje resultó agobiante, en una celda de un frío campo de concentración nazi  y la Isolda gritaba más que cantaba y el canto final fue cualquier cosa menos idílico. Y al rey Marke lo convierten en un frío y despiadado soberano machista. En mitad de la función una paloma se coló en el escenario, lo que podía tomarse como una alegoría.... pero la hicieron desaparecer.
La sorpresa final, durante los saludos, fue cuando el director hizo salir a escena a toda la orquesta pues los músicos salieron vestidos de calle, con vaqueros o pantalones cortos. Como aquí la orquesta es invisible al público durante la obra y el lugar donde se sitúan en un foso con gradas descendentes, pueden ir vestidos como les da la gana. De vuelta al hotel iba pensando en cuantos de los ricachos alemanes que asisten extasiados estos días a las óperas estarán machacando a los griegos. Cena en el hotel y a la cama. 

24 de Agosto    

La mañana la dedicamos a conocer con más calma la ciudad de Bayreuth, aunque su casco antiguo es pequeño y se recorre en poco tiempo. Pasamos un par de horas en el Hofgarten, un delicioso parque situado a las traseras del palacio del Margrave, con caminos serpenteantes entre arboles enormes y un gran canal central con rincones muy bellos y tranquilos.
A las cuatro, como cada tarde comenzó la función. Hoy nos toca " Sigfrido " y el montaje, como cada día, es provocador. La obra transcurre entre la estación de metro de la  Alexander Plazt y la montaña Rushmore pero en lugar de las efigies de los cuatro presidentes USA están Lenin, Marx, Mao y Stalin. Se desmitifica toda la historia de Wagner  y en la escena final, cuando Sigfrido despierta a Brunilde, la poesía la mandan al carajo, celebrando su amor en la mesa de una pizzeria mientras un enorme cocodrilo de atrezzo se engulle a una soprano y a la sombrilla con la que es atacado por la heroína. No comprendes muy bien que pretenden, en ese momento tan lírico y hermoso, cargarse toda la poesía del momento, menos mal que la fuerza de la música puede con todo.
Esto justifica el cabreo monumental que tenía el asturiano que conocimos en uno de los descansos, despotricando contra los escenógrafos modernos, el comunismo y toda su corte celestial. 
Pero lo he dicho antes, la fuerza dé la música barre todo y el director, Kiryl Petrenko, hace sonar  la orquesta con una fuerza y belleza como no he oído jamás. Es muy hermoso verlo saludar al final de la función. Aparece pequeño y frágil agarrado a la cortina, saludando con timidez, como pidiendo perdón por el milagro con el que nos ha hecho goza y siempre si sitúa en el extremo de la fila de cantantes, en contra de lo que es habitual. Su imagen recuerda a un Toulouse Lautrec sin joroba y contrasta con la arrogancia con la que saludaba ayer Thielemann.
A la salida nos esperaba un tremendo aguacero y llegamos al hotel como sopas, pero inmensamente felices. Y tras la rica cena, felices a la cama. 

25 de Agosto
Hoy no toca función, así que hemos dedicado el día a callejear. Buscamos el cementerio de la ciudad para ver las tumbas de Listz y de la familia Wagner y después nos acercamos al Hofgarten, a uno de cuyos costados está el museo Wagner. Una inmensa lápida de granito cubre los restos del músico y de su mujer Cosima y en un rincón la tumba de sus dos perros Russ y Marke. El museo, una gran casona reconstruida tras ser arrasada en la segunda guerra mundial, por la connivencia de la familia con los nazis,es una edificación muy sobria donde destaca una enorme biblioteca y recuerdos de su vida. En un lateral  está la casa de su hijo Sigfrido, una bella edificación racionalista. 
Despues de comer una ensalada nos tomamos un enorme helado en una terraza de la calle principal, la Maximilian strase.
Nos dimos una cena de homenaje en el restaurante " Eule ", un lugar típico en el cual se dice que comía habitualmente la familia Wagner. Un menú típico a base de sopa de vino y mostaza, una carne de venado en salsa y un vino blanco alemán, con postre incluido. Y todo por 80 euros para los tres. Una ganga.
  
26 de Agosto
Por la mañana intentamos acercarnos al Eremitage, un palacio barroco en las afueras de la ciudad, pero no fue posible visitarlo  pues está lejos y cuando llegamos con el autobús, la linea 302,  tuvimos que darnos la vuelta porque nos faltaba tiempo. Así que nos dimos un ultimo paseo por la Maximilian strase y, tras el almuerzo, nos fuimos al teatro.
Hoy se termina el ciclo con " El ocaso de los dioses ". Con relación a las voces o a la fuerza de la música, todo una vez más bajo la mano de Petrenko, solo queda el rendimiento sin paliativos. El montaje se desarrolla en Berlín y, ya al final, en la bolsa de Nueva York y en ese ambiente pululan los dioses convertidos en macarras. Las ondinas son putas y los héroes en lugar de ir de cacería ligan con ellas sobre un descapotable y a Sigfrido no lo matan con una lanza, sino a golpes con un bate de béisbol. No quiero ni pensar en como estará hoy de encabronado el asturiano.
Cuando salen a saludar los cantantes y el director, el teatro parece venirse abajo. Y yo, que había venido a Bayreuth temiendo aburrirme como una ostra, salgo feliz de haber venido. Feliz es poco. Deseando volver.

27 de Agosto
El retorno haciendo el camino inverso. Autobús y tren hasta Nuremberg. Vuelo en avión antediluviano a Zurich y de allí a Valencia. Ha sido un magnifico viaje.  


Nota: Las fotografías correspondientes a este escrito podéis verlas en mi web de fotografía

                                

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